comment je vis

Música vegetal

Primavera. Llega el tiempo que la sangre altera.
La gente empieza a sacar sus ropas más cortas y más frescas, y el sol nos deslumbra con sus mejores rayos, los insecto salen de sus casitas invadiendo tierra y aire.
Sobre todo es de una gran belleza admirar como entre las ramas y las hojas de un árbol centenario, entran peleandose esos rayos que realzan todo.
Mires por dónde mires aquello parece más bien una zona virgen y salvaje.
Pero no....allí entre ramas y más ramas retorcidas, puedes observar la señorial fachada de un imponente edificio, en la cercanía bellas pinceladas de Sorolla te recuerdan a dicho instante. Son las 6 de la tarde, a pesar de que el sol se va diluyendo en la lejanía, es un momento único.
Cierras los ojos, respiras hondo, estás en un punto verde dentro de un gran punto negro. Aún así puedes distinguir ese olor primaveral de distintas clases e intensidades.
Tus facultades olfativas viajan sin darte cuenta por todo tu alrededor. Ojos cerrados. Mil veces los abres y los cierras, y cada vez hay algo distinto.
El olor es el mismo, pero la estampa cambia, donde sólo había un árbol, ahora hay una ardilla corretenado por el tronco; dónde antes sólo había un trozo de pan, ahora un grupo de hormigas se han apoderado de él, siendo ahora su comida.
Todo fluye y todo pasa. Vuelves a cerrar los ojos. Imaginas aquellos años en los que una sola persona era la que disfrutaba de todo este bello lugar, todo este bello olor, todas estas bellas imagenes....
Abres los ojos, la luna se sobrepone imponente, los insectos se recojen en sus casitas naturales.
Es hora de recogerse, de echar el caparazón y cerrar los ojos hasta un nuevo día, un perfecto día. Nuevos olores, nuevos rayos de sol, nuevos....